Eduardo Yáñez hizo duras confesiones sobre su alcoholismo: “Terminé tomando loción para afeitar”
Eduardo Yáñez hizo duras confesiones sobre el momento en que fue adicto al alcohol
Eduardo Yáñez ha tenido una carrera llena de éxitos y dedicación , pero también de momentos difíciles en su vida personal y profesional que han implicado un enorme reto que ha debido superar.
Su polémica personalidad ha sido criticada por la prensa, por eso el actor procura mantener su vida personal de manera privada. Sin embargo, el actor ha hecho duras revelaciones sobre un oscuro momento de su vida: el alcoholismo.
En entrevista con Gustavo Adolfo Infante, Eduardo Yáñez habló sobre lo que significó para él tener esa adicción y detalló el momento en el que tocó fondo.
Podía empezar tomando una cerveza, pero luego comenzaba a beber de forma desenfrenada y podía hacerlo durante tres días seguidos.
«Mira yo tuve una etapa muy fuerte de alcoholismo que terminé tomando loción para afeitar con agua, por el hecho de seguir tomando, y eso ya me provocó demasiados problemas de salud, ahora sí que parece jalada, pero sí… yo sí me vi en el espejo y me vi ya las venas así (marcadas) y sí dije ‘esto no es lo que quiero de mí'», confesó Eduardo Yáñez.
La presencia de problemas de salud y las adicciones fue un llamado de atención para el actor, quien tomó la importante decisión de dejar definitivamente el alcohol.
Recuerda que mientras estuvo en el punto crítico de su adicción las personas comenzaron a dudar de él y sus capacidades, a pesar de que con mucho esfuerzo logró obtener reconocimiento en su carrera.
El actor además confesó que en su juventud llegó a consumir marihuana aunque dejó claro que ya no la consume.
Eduardo Yáñez lleva 15 años sobrio, aunque confiesa que ha tenido algunas recaídas. A veces se toma una botella de vino, algo que dista mucho del nivel de alcoholismo que tenía antes.
Durante esa misma entrevista, el actor confesó que pasó gran parte de su niñez entre los muros del antiguo penal del Palacio de Lecumberri. Resulta que su mamá era celadora de esa cárcel y trabajaba largas jornadas por lo que a Eduardo le tocó estar mucho tiempo en ese temible lugar lleno de peligrosos prisioneros.
«A mi mamá le tocaban turnos impresionantes de 48 horas de trabajo por 8 de descanso, entonces dormía yo con ella en Lecumberri (…) A mí me tocó el mundo bonito que es la hora de la comida, el desayuno, la cena de los presos y de las presas, donde pues yo a mi edad, pues todo el mundo me quería cargar, todo mundo jugaba conmigo, todo mundo me daba buenas lecciones de vida», señaló Eduardo Yáñez.