María Celeste Arrarás reveló su trágica experiencia de abuso animal que vivió en Grecia

María Celeste Arrarás quedó indignada al ver el abuso animal con un pulpo en Grecia

María Celeste Arrarás

María Celeste Arrarás | Dia Dipasupil/Getty Images

La periodista María Celeste Arrarás contó a través de su newsletters cómo fue su experiencia en las playas de Grecia durante las vacaciones que sostuvo el año pasado con sus hijo. Sin embargo, para ese entonces volvió a Estados Unidos con mucho trabajo y regresó a uno de los paraísos mediterráneos más solicitados por los turistas, pero esta vez sus anécdotas son diferentes,

En su columna ‘Así lo veo… Reflexiones de María Celeste’, comentó que fue testigo de una tragedia y lo calificó como «una salvajada». Antes de contar que fue lo que vivió, advirtió a sus seguidores que habían relatos e imágenes muy sensibles. «Esta columna tiene imágenes gráficas de maltrato animal pero creo que sólo podemos luchar contra las injusticias mostrando la crueldad de la que es capaz el ser humano. ¡Si no, perpetuamos el abuso!», expresó.


Todo comenzó en una taberna griega cuando la reportera de hace más 20 años estaba comiendo. «Comiendo en una típica taberna en Grecia con vista al mar fui testigo de un abuso que me quitó el apetito. En el muelle, a unos pasos del local, había un jovencito estrellando a un pulpo vivo contra las rocas una y otra vez. Lo había sacado del agua hacia unos minutos y su abuela, quien estaba a solo unos pies de distancia, sonreía», indicó la pelirroja.

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«Para cuando me acerqué a reclamarle al chico por semejante barbaridad, era demasiado tarde. El pulpo estaba hecho pulpa. La abuela que me vio venir se me cruzó en el camino y me dio a entender en un inglés machucado que todo estaba ok. Por cuestiones de idioma no pudimos comunicarnos más allá de eso pero cuando regresé a mi mesa, el mesero me explicó que eso que había visto era la forma tradicional para ablandar la carne de pulpo y que seguramente la abuela le estaba enseñando a su nieto cómo hacerlo», continuó.


Reflexionó que como humanos «no merecemos a los animales», ya que consideró «inmoral» que se tengan que torturar para «para deleitar nuestro paladar».

«Por eso no como ternera, ni foie gras, y jamás probaré la sopa de aleta de tiburón. En casa usamos almohadas y duvets de material sintético que imita el plumón a la perfección. Son igual de suaves, más económicos, anti alérgicos y contrario a los hechos con plumas de pato o ganso, se pueden lavar. Si, cuando pongo la cabeza en mi almohada duermo en paz porque se que no soy cómplice del abuso», concluyó la periodista.


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