Raúl de Molina contó que su esposa estuvo hospitalizada por COVID-19 aunque estaba vacunada
La familia se recuperó a tiempo para ir a pasear por las playas de Hawai
Raúl de Molina es uno de los conductores de televisión más queridos por los espectadores de Univision y todos sus seguidores siempre están pendientes de su estado de salud y cómo lleva su estilo de vida. Debido a su particular personalidad y carisma, se ha ganado el cariño de muchas personas, pero no solo él, sino también su familia.
Es por esto que, en entrevista para Hola Usa, le preguntaron sobre el estado de salud de su esposa y él respondió contando la situación complicada que atravesaron recientemente debido al contagio de COVID-19 en su núcleo familiar.
El cubano recordó que su esposo se levantó como un día común y corriente para dirigirse a su trabajo pero inesperadamente, llegó por la tarde a casa sintiéndose mal.
“Mily se levantó un día por la mañana, se fue a trabajar, a hacer un inventario con unas obras de arte que tenemos, llegó en la tarde y me dice ‘tengo el cuerpo cortado’”
El conductor de “El Gordo y la Flaca” aclaró que su esposa ya se había vacunado contra el coronavirus que ha provocado una pandemia mundial, pero sin embargo, tenían sospechas de que pudiera haberse contagiado, es por eso que enseguida decidió llevarla al hospital.
“Ella tenía administrada la pauta completa, vacunada con la Pfizer, y siempre cuida de llevar la máscara pues, pero empezó a sentirse muy mal. Le pregunté si tenía fiebre al llegar a casa y me dijo que no, pero al tocarle la frente estaba súper caliente, se puso el termómetro y tenía 103. Corrí con ella al hospital de Coral Gables, donde la atendieron de maravilla, le hicieron la prueba del COVID-19 y dio positivo. Yo había dormido con ella, le había besado esa misma mañana, pero mi prueba, gracias a Dios dio negativo”, le narró de Molina a la revista estadounidense.
Añadió que en el hospital la atendieron con un suero que según él, le suministran a quienes ya tienen la vacuna y luego de eso, él pasó por ella para llevarla a casa para mantenerla aislada en su cuarto durando ocho días.
Agradeció que su esposa pudo recuperarse del virus porque días después ya tenían planificado un viaje a Hawai para disfrutar de sus vacaciones.
“No nos dio a mi hija ni a mí. Yo le dejaba la comida en su puerta y ella salía a comer a la terraza, y ahí mismo se daba sus diez mil pasos diarios alrededor del balcón. Nunca le faltó el aire ni le bajó la oxigenación. Todo duró exactamente ocho días”, comentó.